Wednesday 15 February 2012

Encuentro malasañero con Javier Krahe.



Javier Krahe


Entrevista a Javier Krahe

24-1-2012

El origen de esta entrevista fue una conversación con Jaime Sancho, coautor de la misma y gran admirador de Javier Krahe. Un par de meses más tarde y tras habernos empapado bien de la obra de éste, aquí estamos, en una cafetería de Malasaña, el barrio de Krahe, esperando a que aparezca en cualquier momento el veterano cantantautor. La cita es destacable, ya que estamos hablando de un músico con una obra única y que, por ejemplo, ha sido reivindicado por Joaquín Sabina como su maestro y referente. Hace poco más de un año que ha publicado su último disco, Toser y cantar (18 Chulos, 2010) y sigue tocando en directo de forma regular. Esa actividad es el reflejo de la personalidad del propio Krahe, una persona de una lucidez y una inquietud envidiables. 

Pedimos nuestros cafés y comenzamos a charlar. Tras los primeros minutos de tanteo, todos nos comenzamos a sentir a gusto. Tanto, que la entrevista se prolongaría bastante más allá de lo esperado. 


Jaime Sancho: ¿Qué recuerdos guardas de tu paso por el Colegio del Pilar y luego por la Facultad de Empresariales?

Javier Krahe: Yo estudié aquí al lado (en la calle San Bernardo), en lo que era la Facultad de Ciencias Económicas, pero entonces no se llamaba de Empresariales, sino de Ciencias Políticas y Económicas. Respecto a los recuerdos del colegio, excepto algunos amigos de clase, todo malo. Los recreos también me gustaban. El resto no me interesaba nada.

JS: ¿Qué hacías en los recreos?

JK: Me recuerdo fumando.

JS: ¿A escondidas?

JK: Sí, a escondidas. Pero sin esconderme (risas). Llevándolo así (recrea la postura, como guardando el cigarrillo en el hueco de la palma de la mano) y moviendo el brazo para que no se viera el humo.

"El colegio era un aburrimiento total. Cuando a mí me interesaba algo, de eso no había nada."


Joan Díaz: ¿Qué era lo peor del colegio, lo que tan poco te gustaba?

JK: Que no tenían nada que enseñarme. Era un aburrimiento total, porque no me interesaba nada de lo que enseñaban. Cuando a mí me interesaba algo, de eso no había nada.

JS: ¿Y en la Facultad?

JK: Es que sólo asistí un año... Horrible, horrible. Éramos seiscientos en primero. Ir al Paraninfo, donde cabían los seiscientos, ¿tú crees que eso es normal? Luego ya hicieron grupos, pero por lo menos éramos doscientos. Yo estoy mal con los grandes grupos, no me gustan.

JD: ¿En tu casa había un ambiente de conocimiento que supliera lo que te faltaba en el colegio?

JK: Bueno, no exactamente. Mi padre era un ingeniero, pero el mundo cultural no le interesaba en absoluto. El mundo técnico, yo creo que tampoco, pero en fin, como era su trabajo... Mi madre, excepto el extraño hecho para su época de que hablaba y leía muy bien inglés y francés... Esto último, sobre todo revistas. Pero como nosotros no sabíamos ni inglés ni francés, no nos servía de nada, excepto para saber que había gente que sí que lo hablaba. O para preguntarle a ella "¿Qué quiere decir esto?". Era un ambiente poco cultural, aunque no era negado del todo. Había muy pocos libros y yo de pequeño ya me los había leído todos, o sea que...

JS: ¿Qué libros había en tu casa?

JK: Las obras completas de Wenceslao Fernández Flórez, por ejemplo. Poca cosa, poca cosa.

JS: ¿Estuviste un tiempo de ayudante de dirección en el cine?

JK: Sí, bueno, menudo título. Más bien llevaba los bultos (risas). Era ayudante de cámara. Llevaba las maletas, focos y gaitas de esas. Pero ese año me lo pasé bastante bien. Viajé mucho por España haciendo una película sobre la industria; sobre el equipamiento de fábricas, los usos de la electricidad… No era el tipo de cine que a mí me gustaba. No deja de ser cine, pero no era lo que yo veía o imaginaba. En cualquier caso, como sólo fue un año, porque me tocó hacer la mili, pues lo tuve que dejar. Si no, yo habría seguido, porque por lo menos aprendí a manejar las cámaras. Ya me resultaba familiar.


"De joven lo que quería era ser cineasta."


JD: Eras muy aficionado al cine, ¿no?

JK: Todo esto venía porque yo había manifestado en mi casa que lo que quería era hacer cine y me dijeron, "Pues mira, tu tío nosecuántos va a hacer una película" y para allá me fui. Hubiera sido más divertido con actrices y actores y todo eso, pero bueno. También era interesante el montaje. Recuerdo que íbamos a montarlo en las instalaciones que tenía el NODO, y ver toda aquella maquinaria, el montador... Me lo pasé muy bien, aunque fuera una película industrial. Eso me hubiera llevado a aprender a manejar las cámaras, que era la vía que yo había pensado seguir. No sé lo que hubiera pasado, pero la mili lo estropeó todo. Cuando terminé la mili ya había otro en mi puesto.

JD: ¿De ahí te viene tu afición por Buñuel y otros cineastas...?

JK: Yo empecé a notar que el cine me interesaba cada vez más con dieciséis, diecisiete años, que empecé a pensar que el cine era algo más que eso de ver una película porque era bonita, o porque era emocionante, cosa que pongo en duda ahora mismo, porque igual sí que es sólo eso. A los dieciocho ya era yo bastante cinéfilo, iba a la filmoteca y todo eso, y pensaba que eso era lo que a mí me gustaría hacer.

JD: Después te has inclinado por la canción como forma de arte que en tu caso es un poco narrativa, ¿no?

JK: Mucho.


"Me decidí por la canción por un cálculo frío de posibilidades y porque generalmente me fastidiaban las letras de muchas de las canciones que oía. Pensaba que yo podía hacerlo mejor."


JD: ¿Por qué te decidiste por la canción finalmente, en vez de por la novela, o por haber seguido con el cine...?

JK: Por un cálculo frío de posibilidades. Pensé que para poder vivir de la literatura había que tener un éxito enorme. En cambio en la canción no hace falta que tengas un éxito enorme, basta con hacerlo, con no tener mala suerte... Ocurre igual con la poesía. Es imposible plantearse vivir de eso. Respecto a las novelas, aparte de que lo veía demasiado para mí, yo leía novelas que me gustaban muchísimo. Con la canción sucedía que también oía canciones que me gustaban muchísimo, pero generalmente me fastidiaban las letras. Decía, "aquí, con que hubiera dicho esto mejor...". Eso siempre lo pensaba. Al final lo pensaba tantas veces que me decía, "yo esto sí que lo puedo hacer, puedo coger cualquier música y ponerle una letra que esté mejor que lo que oigo", en el sentido que a mí me podía interesar. Pero no podía escribir una novela mejor que las que leía, no se me ocurría cómo podía hacerlo. Con las canciones sí que se me ocurría. Entonces me puse a escribir letras de canciones, para dárselas a mi hermano, que tocaba la guitarra y componía. Seguramente hubiera transcurrido así la cosa, pero luego mi hermano y yo nos separamos. Con él hice veinte canciones. Luego hice un segundo intento con Alberto Pérez. Un día me dijo: "Mira, es que estas canciones son muy personales, deberías cantarlas tú". Entonces me empezaron a insistir que las cantar yo y decidí empezar a hacer yo también la música. Antes ni lo pretendía, sino sólo las letras. Ya hace muchos años que hago yo casi todas las músicas.

JD: ¿Y qué música escuchabas tú en aquél momento? ¿Cuáles eran tus grupos o tus estilos favoritos?

JK: Escuchaba mucha música. De todo lo que hubiera por la radio, discos... Estaba bastante al tanto. Quiero decir, que yo a los trece años ya oía a Elvis Presley. Cuando empezaban los Beatles, yo los oía... Eso lo digo por ser gente muy significada en cierto mundillo que, por cierto, no es el que yo cultivo en absoluto. Pero como éramos siete hermanos y a su vez cada hermano tenía muchos amigos, pues se oía mucha música. De más pequeño, pues muchísima canción italiana, sobre todo. Canción mejicana, suramericana en general, mucha también.


"La Movida no me interesaba nada. Mi modelo era el de Chicho Sánchez Ferlosio."


JS: Cuando empezaste en La Mandrágora ¿cuál era la percepción que tenías del panorama musical en España? ¿Cuáles eran tus gustos y qué papel creías que podías jugar en ese momento?

JK: Había un modelo, que era el que me interesaba a mí, que era el de Chicho Sánchez Ferlosio. Por esa línea quería ir yo y en cierto modo así lo hice.

JS: Era el momento de la Movida, en el año '80 u '81, ¿teníais alguna relación vosotros con ese mundo, o estabais más al margen?

JK: Yo estaba al margen por completo. Joaquín (Sabina) y yo nos pusimos a cantar en la Mandrágora en el año '79, en Diciembre o Noviembre de ese año. Y en el año '80 estuvimos los dos actuando un día a la semana. Y yo, por lo menos, era absolutamente ajeno a la Movida. Joaquín no, a Joaquín sí le interesaba más que a mí. Pero también se interesaba más por la música que yo. Yo oigo menos música que cantidad de gente que conozco. Casi todos oyen más que yo y están más al tanto. Lo que sí me salió bien es que sí, efectivamente, desde el primer día que me puse a cantar podía vivir de la canción. O sea, que menos mal que no escribí una novela (risas).

"No, mis armonías no son sencillas, pero el único mérito que tiene eso es mi inconsciencia."


JD: Sin embargo sí que te pones el listón alto en la música. Tus armonías no son sencillas...

JK: No, no son sencillas. Pero el único mérito que tiene eso es mi inconsciencia (risas). Digo, "Pues aquí."... Y mis propios músicos me dicen "qué raro que de ahí te vayas a este lado... ¿Por qué entras en la modulación en el segundo verso? ¡En el segundo verso nadie entra en la modulación!". Y digo, "Pues a mí me suena bien...". Y si digo modulación es porque me lo han dicho ellos. Yo ni sabría mencionar qué es lo que hago. Por esa vía sí parece que tengo una manera de hacer que a veces es poco común, pero no es porque yo me plantee nada en la música. Yo donde me planteaba algo era en las letras, porque las músicas me parecían bien en montones de casos. Me daban lo mismo Miguel Aceves Mejía que Elvis. O sea, yo disfrutaba de los dos y podía ponerle una letra a un rock and roll o a una ranchera. Y yo pensaba que en la música no tenía una afinidad por ningún estilo determinado. Ahora me doy cuenta de que sí, sí que tengo unas afinidades interiores, pero inconscientes, que es más bien por la música clásica de barroco, que me sale en las canciones. Seguramente porque consumí mucha música clásica de adolescente, desde los doce años hasta los diecinueve o así. Iba a todos los conciertos que había en Madrid. Esa era la música que más me gustaba. Pero también me encantaba un disco de Renato Carossone, por ejemplo.

JS: En relación a las letras, creo que usas mucho la métrica ¿Qué te aporta creativamente esa disciplina métrica? Y también, ¿en qué tradición poética oral o recitadora te inscribes o te sitúas?

JK: Pues sí, me interesa la técnica métrica, porque creo que ayuda a cualquier narración el tener una forma. Y esas formas ya están todas en los clásicos. Lo único que falta es verso libre o verso blanco. En verso absolutamente libre yo sólo he hecho una canción, porque me cuesta muchísimo. Y en verso blanco he hecho también una. Con verso blanco me refiero a cuando tiene una métrica, pero no tiene rima. Y libre, pues libre, que es mi canción Piero della Francesca. Empieza en prosa y luego sigue como le da la gana. Y verso blanco, mi canción Treintañera. En otras canciones hay versos blancos por ahí, pero meto de pronto una rima para sostener un poco el oído. También porque me es más fácil pensar en consonante, aunque en asonante también he hecho bastantes canciones. Quiero decir, en consonante puedo ir conduciendo y pensando una letra, pero en verso libre...







JD: Pierde uno el hilo, ¿no?

JK: Claro, como no sé por dónde continúa, es más difícil. Lo otro sí, sé por dónde continúa siempre. Digo: "...no ha sido bastante..." y como va a tener que venir dentro de un verso o dentro de dos algo que termine en 'ante', pues ya elimino el noventaicinco por ciento del vocabulario. En lo otro (verso libre) es más fácil buscar, pero si realmente puedo decir lo que quiera... Me hacía sufrir mucho, eso. Pero cuando escribí en verso libre lo hice también por desafío, "porque me dá la gana de hacerlo". Y además estoy muy satisfecho. Muchas veces me preguntan, si yo escribiera poesía... Sí, yo escribiría en verso libre, pero en canción no.

JS: ¿Tiene relación con la propia música, con el tono, el tempo de la propia música?

JK: Sí, ahí hay algo me lo está pidiendo. Y el que va a oir, si tiene el disco puede repetirlo las veces que quiera, pero en realidad es una escucha, "te voy a contar esto". Es mucho más fácil para él si hay rima. Y para mí, escribirlo, también.

JD: Entonces, ¿no escribes poesía?

JK: No, estoy bien así.

JS: ¿Y lees poesía?

JK: Sí...

JS: ¿Qué poetas tienes como referencia?

JK: Infinidad.


 "Me gusta Quevedo como poeta, pero si me lo encontrara por la calle le daría un puñetazo."


JS: ¿De poesía clásica, del siglo XVII, te interesa alguno en particular?

JK: Desde luego, los normales me siguen interesando. Seguramente más Lope que Quevedo. Quizá también, más Góngora que Quevedo. Aldana también. Pero en realidad, eso es como de cajón, es gente que escribía muy bien. Cualquiera que disfrute leyendo dice que estos están muy bien. Además, no es fácil proyectar las fobias personales. Es decir, yo si me encontrara a Quevedo le pegaba un puñetazo en la cara. Así, nada más verle, por cabrón y por asqueroso (risas). Bueno, pero yo he leído mucha poesía y releo también. Quizás el más elegante de todos es Garcilaso. Pero esos son de libro. Así, ocultos, he mencionado a Aldana, que es menos conocido, aunque en su época era muy conocido. En realidad, es que después no me interesa la poesía que hay, hasta el siglo XX, como quien dice. Rosalía y esos... mejor que sus contemporáneos sí era Rosalía, lo que pasa es que eso es decir muy poco. No digamos ya los anteriores, que si el Duque de Rivas... Luego ya, sí. El '27, el '50... Y en la actualidad, lo que pasa es que ahora hay muchísima, muchísima poesía. Me envían revistas de poesía y me compro libros de algún autor, leo... Pero, en fín, ¡como me envían mucho! Es que tampoco tengo tanto tiempo. Es bastante interesante. Estoy viendo que está escribiendo mucha gente muy joven, y sobre todo chicas. Cosas estupendas. Pero ahí no puedo dar nombres, porque no me acuerdo. Hay una revista muy buena, que creo que es en Getafe donde la editan. La hija de José Hierro

El otro día, simplemente por el comentario de Félix de Azúa, me compré la edición de Archipiélago de Hölderlin. Y ni siquiera salí a la calle, sino que era Reyes y le dije a mi mujer "Y quiero este libro de regalo", o sea que lo tuve muy fácil. Yo ya había leído a Hölderlin, de todas formas. No mucho, pero sí había leído cosas. Y noto que no, que no es lo que a mí me gusta. Me gusta Kavafis muchísimo más. O sea, que sí consumo poesía, y novela y ensayo.

JS: ¿De novela qué estás leyendo últimamente?

JK: Pues una novela ya antigua, La ciudad y los perros. También hace poco he leído Yo confieso, de Jaume Cabré.  Ochocientas cincuenta páginas. Y una antigua, bueno, en la medida que Paul Auster puede ser antiguo, que se llama Mr. Vértigo. Porque yo he leído cosas de Paul Auster, pero esta no la había leído. Hablo de Fin de Año para acá, incluyendo cinco días que estuve en la playa. También la Historia de la filosofía occidental, de Bertrand Russell. Pero ten en cuenta que eso también son ochocientas páginas... Sí que leo, y hay temporadas que leo mucho, y luego me relajo. Ahora veo más la tele.


"Brassens me influyó muy directamente y no sólo en las canciones. En mis opiniones políticas, en mis relaciones personales..."


JD: Sobre otras de tus grandes influencias, tus 'tres bes', Buñuel, Brassens y Borges, ¿qué es lo que más te gusta de cada uno de ellos y que te hubiera gustado o has intentado adaptar de cada uno de ellos?

JK: De Brassens, mucho. La influencia de Brassens está en la mitad de todas mis canciones. Digo a bulto, porque está por todas partes. Lo que pasa es que tengo canciones que no son nada brassensianas. Pero la mitad sí, tienen cosas que dices, 'esto debe de venir de por ahí'.

JD: ¿Y qué es lo que más te gusta de él, lo que tanto te atrae de él?

JK: (Larga pausa). Es que sería muy sencillo decir "me gustan mucho sus canciones", no creo que haya que decir mucho más.

JD: Claro, pero a mí por ejemplo me gustan también las canciones de Brassens, pero no me gustan tanto las del Canto del Loco, por poner un ejemplo, y es porque Brassens tiene unas características que no tiene otro grupo.

JK: No sé si El Canto del Loco, por ejemplo, tiene siempre un autor en cada canción. ¿Es una persona?

JS: No, es un grupo.

JK: ¿Pero cómo firman las canciones?

JD: Creo que Dani Martín.

JS: Dani Martín, casi todas, el cantante.

JK: Ah, pues entonces habrá mucho de Dani Martín, pero bueno. En el caso de Brassens, que sólo se le ve a él, la guitarra y su mundo imaginativo, pues se ve muy claramente al ser humano que hay detrás. Bueno, o uno se lo imagina. Entonces, a mí me influyó directamente en mi vida, no sólo en las canciones. En mis opiniones políticas, en mis relaciones personales... Me influyó mucho, de una manera que no podía influirme Borges. Por cierto que a Borges le gustaban los tangos, incluso hay un disco con músicas de Piazzola y letras de Borges, que a mí me parece malísimo. Fíjate, con qué dos nombres. ¡Pero qué cosa más aburrida! Y sin embargo me encanta leerlo. Su... exquisitez. En la formación de la frase, en la sugerencia... Y en Buñuel, el asunto es cinematográfico. Una cosa visual, que las canciones pueden tener también a veces, golpes visuales. Pero, claro, lo tienes que hacer con palabras.

JS: Tus canciones son muy visuales, escenifícas mucho.

JK: Pero claro, no hay imágenes. Sólo hay palabras.

JS: ¿Tú ves en la música el camino para escenificar la letra que has estado trabajando antes? Gestualmente, o por comentarios que vas haciendo entre canción y canción... ¿ves en la música como un vehículo de escenificación, o también es algo creativo por sí mismo?

JK: Yo creo que es para que las letras estén cómodas, en unas formas musicales. No pretendo mucho yo con la música. Incluso te diría que (canta) 'A bop bap a lula, balam bama bú', ¡me parece estupendo! Y dices, 'bueno, pero eso no es letra'. No, pero es igual, me parece estupenda. Pero para hacer eso hay que saber cantar de una forma que yo no sé, y hay que tener una dinámica que yo no tengo. Mientras que para mí es mucho más natural ponerme a pensar unas palabras. Y las imágenes, pues sí, yo procuro que el oyente tenga un asidero para imaginar que no sea simplemente decir 'Ella era muy guapa'. Eso lo hacen todos y es tan fácil que con eso no puedes imaginar... Pero claro, si digo 'Sus ojos negros bajo el ala de un sombrero / yo sentí su bisturí', pues es mucho más fácil imaginar algo. Primero, hay un dato: que lleva sombrero. Ya es algo. Los ojos negros. Una forma de mirar, porque como un bisturí, ya tiene que ser una mirada no dulce, no recatada, sino un bisturí. Eso sí se puede hacer en nada, y ya permite visualización.

JD: Alguna vez has dicho que crees que la canción no tiene una función social, o que no tiene influencia en la sociedad, pero ¿consideras que...?

JK: Que no debe tenerla, porque claro, naturalmente que el Cara Al Sol sí la tenía, o A Las Barricadas. Pero yo no concibo la canción para que sea himno de nada, sino al revés, que no tenga nada que ver con esas cosas.

JD: ¿Pero, a nivel individual? Brassens a tí te influyó en tu forma de pensar...

JK: Eso yo no lo llamaría incidencia social.

JD: Pero influyendo en cada uno de los individuos al final influyes en la sociedad, en cierta medida.

JK: En cierta medida sí, sí. Pero como tampoco puedes saber en qué has influido en la sociedad... El Quijote habrá influido en la sociedad española y sin embargo, ¿en qué? En que puedes decir que sabes de qué se trata El Quijote, pero no más, no puedes saber si te hace mejor, o peor, si cambia las relaciones... No sabes nada sobre en qué influye. Y una canción, pues tampoco. No la veo yo nada operativa. Al que le guste mucho una canción que yo haga, sentirá algo y será porque le guste, e incluso muchos me lo manifiestan. Me han dicho "A mí me has aclarado muchas cosas con tal canción". Pero yo no le llamo a eso incidencia social, sino individualista, quizás. Lo otro, vete tú a saber. Hay que tener en cuenta que hay gente que interpreta mis canciones de una forma que yo no tenía prevista para nada. Por eso digo que yo no puedo saber qué es lo que ha podido ver alguien en una canción mía. Sí personalmente, cantidad de gente me ha manifestado, tíos: "He ligado con una canción tuya". Esto me lo han dicho muchos. También las chicas me han dicho cosas bastante curiosas. Bueno, pues eso tampoco es incidir socialmente (risas). "Me alegro mucho de que lo hayas pasado estupendo".

JS: Más personal, ¿no?

"Un hombre se me acercó y me dijo 'Quiero que sepas que me has cambiado la vida'. "


JK: Luego, me ocurrió algo bastante impresionante en Barcelona, hace años. Un tío que vino a hablar conmigo y me dijo "Mira, hace cuatro años entré a verte cantar. Yo nunca había entrado aquí." Era un ateneo cultural de barrio en la parte de Nou Barris, que sociológicamente puede corresponder a un Vallecas. Creo que sigue ahí el ateneo. Yo iba a cantar allí, fui tres o cuatro veces. Y eso, uno me dijo "Quiero hablar contigo. Mira, yo, que soy de aquí de Nou Barris, veía este ateneo cultural y jamás había entrado, porque pensaba que esto no era para mí, que soy albañil y no tengo el bachillerato. El caso es que hace cuatro años vi que había cola y algo me pasó que dije 'Voy a entrar a ver'. Estuve en tu concierto y al terminar el concierto me marché y me dije a mí mismo 'Tengo que estudiar, tengo que leer'. Te lo digo porque me terminé el bachillerato en un momento. He hecho cuatro años de económicas, voy a terminar pronto, pero antes de terminar económicas ya estoy trabajando en un banco de economista. Quería decirte que me has cambiado la vida." Le digo, "¿Para bien o para mal?". Y dice "No te quepa la menor duda que para bien." Cuando uno hace una canción no espera que sucedan cosas de esas. Espera que (el oyente) se divierta, que disfrute la canción. Que se emocione un poco, que le mueva a risa, pero no que se ponga a estudiar un bachillerato y que haga una carrera (ríe).

JD: La canción tiene una caractéristica que creo que la convierte en un arma que tiene un cierto poder de influencia sobre las personas, en mi opinión, y es que es un género popular.

JK: Hombre, por eso digo yo que, por mucho que me vaya hacia el lado culto de la canción, es que el género en sí es popular. Porque la única canción que conozco yo que es sólo culta son los lieder, que además es cantada en alemán, por cantes de ópera que no tienen la menor oportunidad de ser populares (risas). Cuando Brassens cantó a François Villon, por ejemplo, o a Louis Aragon... Él hizo por lo menos una docena de poemas y lo que decía eran cosas que el francés medio no manejaba. Y sin embargo se lo aceptaron tranquilamente.

JS: Tiene algo de divulgativo...

JK: Yo creo que porque tenía forma de canción y no era como ir al colegio y que te enseñaran un poema de François Villon. Ponías una música, oías algunas palabras que entendías...


"Yo trabajo dos horas al día, no quiero ser menos que un hawaiano antiguo."


J.S.: Ironizas mucho sobre el tema del trabajo, ¿qué explicación te parece más aceptable: el trabajo como un derecho, en el sentido del mundo capitalista moderno, o el trabajo como una condena, del que nos habla la Biblia?

JK: No se contraponen. El capitalismo también trae su justificación del trabajo de la Biblia. Es muy complicado de desbrozar. Tú lo has divido en dos sentidos, pero en realidad las dos alternativas están solapadas.

JS: Lo que pasa es que el capitalismo te lo vende como un derecho, como algo que te mereces. Sin embargo, luego se habla de que los trabajos se pierden, como quien pierde un objeto;”¡He perdido mi puesto de trabajo!”. La Biblia lo plantea más como una condena, como una carga.

JK: Ganarás el pan con el sudor de tu frente... Luego el capitalismo transforma mucho el trabajo. Cuando los primeros blancos llegan a Hawaii, se encuentran unos nativos que más o menos trabajaban dos horas al día, básicamente pescando. Como había mucha pesca, en un par de horas ya habían vuelto y tenían la comida que necesitaban. El suelo también era bueno y había mucha fruta, que recogían las mujeres. Con eso estaban la mar de tranquilos, felices y bien alimentados. Ahora cualquier hawaiano trabajo de ocho o diez horas al día, si trabaja. Para ellos no había condena bíblica.

En cambio, toda la parte de Palestina o Israel era un erial. Había que trabajar mucho para sacarle jugo. Aunque la biblia es mucho más antigua, empieza con Mesopotamia. Pero en seguida Abraham inexplicablemente se va hacia abajo, digo inexplicablemente porque vivía entre los ríos Éufrates y el Tigris, que era una zona muy fértil. Abandona esa magnífica tierra para irse a un pedregal. Es muy raro, los emigrantes no hacen esas cosas. No le encuentro explicación.
 
Por la historia de España sabemos que siempre ha habido miseria y escasez. La mayoría de la gente siempre ha pasado hambre. Claro, si por trabajar te dan dinero o sustento, trabajas lo que haga falta. Pero yo entiendo mejor a los hawaianos, que se tiraban todo el día tumbados a la bartola (risas).

JS: O sea ni condena ni derecho, sino un esfuerzo razonable hecho a la medida de sus necesidades.

JK: Sí, y además bailaban porque les sobraba tiempo.  El trabajo no dignifica, aunque un parado hambriento puede caer mucho más fácilmente en la indignidad. Nadie necesita vender sus principios sólo para comer. Pero hay mucha moralina. ¿Por qué tiene que rebajarse trabajando  una persona que no lo necesita, que ya tiene su dignidad? Un animal no trabaja más que para sustentarse. Un hombre no es un animal, pero en sus ratos libres puede hacer cosas que van más allá de lo que hace un animal. Sus peripecias mentales son más amplias. Beethoven o Leonardo no trabajaban, eso es otra cosa. Lo resuelvían todo en su cabeza.

JS: Muchas veces has afirmado que no consideras un trabajo tu dedicación a componer y  escribir letras de canciones, ¿cuánto esfuerzo diario te requiere vivir sin trabajar?

JK: Me supone un par de horas al día, como los hawaianos. Yo no quiero ser menos que un antiguo hawaiano (risas).

JD: Me llama la atención tu canción Diente de Ajo, ¿es una declaración de principios?
JK: No. El origen de la canción viene de una situación que viví con un grupo. Decíamos, “¿qué pasa, que no podemos ser más que cola de león o cabeza de ratón?” Entonces dije, “pues prefiero ser un diente de ajo”. Sólo se rió una persona, pero yo me reí mucho por dentro. Días después cogí un cuaderno y escribí esa frase, porque quería escribir algo sobre ella. Cuando hice la canción ya habían pasado unos años. Quise utilizar la escritura automática. Me gusta divertirme con mis propios sistemas de escritura y este tema me sirvió para eso.

En un principio quería otra canción; lo dice la letra, “querer otra canción”. Hablo contra la Eurovisión, aunque se da por supuesto que no me gusta. No quería criticar o señalar una desgracia, sino algo más somero, como el simple hecho de que exista ese festival. 
 Por otro lado, yo siempre lamenté que nuestra moneda se llamase Euro, porque Europa se convierte en dinerolandia, lleva su propia moneda en el nombre. Eso me parece una mezquindad. Otra cosa en la que no me hicieron caso los políticos (risas). Por eso lo repito dos veces, “euro, eurovisión”. Como eurovisión  contiene la palabra euro, lo  escribí como un refuerzo y en ese sentido ninguno de los dos tiene nada que ver conmigo.
 





JD: También mencionas a los obispos.

JK: Claro, si los ajos valen para espantar vampiros, también pueden servir para espantar obispos.

JS: Son especies parecidas.

JK: Sobre todo el Nosferatu de Murnau, que va con una levita negra, muy episcopal. Pero  no el de Bela Lugosi, que iba de smoking, de frac.

JS: En relación a ese imaginario anticlerical presente en tus canciones, tú te has educado y crecido durante el franquismo, ¿qué secuelas ha podido dejar esta época en tu personalidad?

JK: Creo que me he desembarazado de todo ese asunto. Supongo que han podido quedar cosas, porque todo ese tiempo no ha pasado en vano. Cuando muere Franco tengo 31 y con la Constitución 34. Ya me había marchado de España a los 25… El franquismo no me lo podía quitar de encima porque ahí estaba, aunque no tenía ningún resquicio de duda sobre mi oposición. Otra cosa era, ¿qué podía hacer? A mí no me gustaba el Partido Comunista, que era la única fuerza organizada. Muchos amigos se metían por esa razón, más que por ser comunistas. Pero a mí me evocaba algo siniestro, Stalin y todo eso. No podía. Entre unas cosas y otras el tiempo pasó por encima de todo. La religión la tenía abandonada, tampoco me planteé una ruptura, simplemente no iba a misa. Pero haciendo la mili reaccioné contra todas esas nociones como Dios o la Patria. Un bombazo que sentí por dentro. Me dio mucha tranquilidad saber que todo eso era una mentira.

JS: ¿Te asfixiaba la atmósfera de la España franquista?

JK: Por completo. Nada de lo que me interesaba se encontraba a mi alcance.  Los libros que quería leer eran de difícil acceso, las películas que quería ver estaban prohibidas. Los ligues que deseaba eran imposibles, porque todo estaba relacionado. Todo era muy casposo.  Pero volví a España tres años antes de que muriera Franco y fue un periodo muy intenso. Entonces me desembaracé de un montón de ilusiones, incluidas las democráticas.

JS: ¿Cómo viviste la Transición?

JK: Como una juerga. Todos los días había novedades, de pronto se legalizaban partidos y aparecían derechos y libertades. Fue cuando mejor me lo pasé. Pero sólo mientras estuvo Suárez. Después, cuando vino esa especie de PRI que era el PSOE de Felipe González empecé a aburrirme mucho. 


JS: La idea de que un ejército ocupe su propio país es inquietante.

JK: ¡Caramba! Uno está acostumbrado a que sea la policía, no el ejército el que actúe en esas circunstancias. Pero como en sus leyes no había estado de excepción… Tenían esa suerte. En España sí teníamos estado de excepción y nos lo ponían de vez en cuando. En cuanto ocurría algo, ¡plaff!, estado de excepción y ya no hay garantía de nada, aunque sin estado de excepción, tampoco…
 

"Ni el Gobierno ni la Iglesia tienen sentido del humor. No he visto ningún chiste en el BOE. Tampoco en las hojas parroquiales, aunque hace tiempo que no las leo."


JD: Estos temas los has tratado siempre con mucho humor. El humor es una parte muy importante de tu creación.

JK: Sí, siempre se me ocurre sacarle algún matiz irónico a las cosas. Eso también viene de familia, en casa hablábamos mucho en ese tono.

JS: ¿Te ayudan el humor y la ironía a comprender mejor la realidad en bruto, a que sea menos absurda y más verosímil gracias a ese filtro de humor?

JK: En realidad lo hago para defenderme de la agresión constante de la realidad (risas). Prefiero reírme antes que ponerme a llorar.

JS: Tus canciones dan una versión de la realidad muy llevadera, ayudan a instalarse en ella.

JK: En seguida puedes ver la realidad de otra forma si cambias el punto de vista. La puedes ver de forma distinta. Siempre he procurado que fuera así. La vida es más divertida si hay bromas y todo eso. No es para explicar la realidad, sino más bien para protegerme de ella.

JS: ¿Crees que España es un país con sentido del humor? ¿O es puro artificio y en el fondo se toma demasiado en serio a sí mismo?

JK: Los individuos pueden o no tenerlo. Con mucha frecuencia lo tienen. Pero las instituciones no poseen el menor sentido del humor.  La Iglesia, el Estado o el gobierno no lo tienen. El BOE no contiene un solo chiste. Y supongo que las hojas parroquiales tampoco, no lo sé, hace mucho tiempo que no las leo.

JS: Quizás en el consejo de ministros a puerta cerrada…

JK: No creo. Los políticos son muy cenutrios, menos valiosos y capaces que muchísima gente que conozco personalmente y que no van de ministros ningún lado. El mecanismo por el que se ocupan ciertos puestos está falseado. Como yo no sé remediarlo, pues lo observo, lo comento.

JS: ¿Los medios de comunicación?

JK: Creo que tampoco. Pero algo deben de tener, porque albergan humoristas gráficos.

JS: ¿Has pasado por alguno de estos aeropuertos absurdos y desolados, sin tráfico aéreo ni de personas, desperdigados por toda España, o en alguna estación fantasma del AVE con monumentos dudosos? ¿Podrías encontrar, o se te podría perder alguna canción en semejantes lugares?

JK: Se puede encontrar una canción en cualquier parte... El aeropuerto menos concurrido por el que yo he pasado es el de Luxemburgo. En los que dices no he estado. Mis aeropuertos son Barajas, El Prat, Vigo, Santiago, Mallorca y los de Canarias.

JS: Han proliferado durante estos años previos a la crisis y ahora se encuentran en un estado económico ruinoso…

 JK: Pero como eso cuesta 200 millones de euros y no los tiene que pagar el político. El dinero lo coges del estado, las comunidades autónomas o de los ayuntamientos. Y todos sabemos que se llevan una comisión del 3%. Eso, cuando se moderaban con ese porcentaje, admitido en el parlamento catalán. Pero qué mal gusto tiene esa gente de decirlo en voz alta... ¡Si no tendrían que llevarse nada! Spainair, para que se siga utilizando el aeropuerto de Girona, está siendo subvencionada con el dinero de los contribuyentes catalanes por la Generalitat de Cataluña. ¿Por qué? ¿No habíamos quedado en que este sistema era el del libre mercado, de la oferta y la demanda? O el gobierno de España que desde hace veinte años con el Plan Renove subvenciona la compra de automóviles para que cuesten 100.000 pesetas menos.

JS: Que sean coherentes con sus ideas.

JK: Si la Seat no funciona que lo dejen caer, que se hunda o que los coches sean más baratos. Si nadie viene a mis conciertos, ¿por qué me va a comprar el gobierno cuarenta entradas para mantenerme?


"El FMI tiene a 600 de los mejores economistas del mundo. ¿Ninguno previó la crisis?"


JD: Habría entonces que apoyar algo que tuviera éxito, apostar por una industria que pueda tenerlo y no por una que tenga pérdidas.

JK: Yo lo planteo en los términos en que ellos discuten estas cosas y no cumplen ni con eso. Que se las ingenien. Los fabricantes afirman que mucha gente se iría al paro. Pero como de momento hay dinero para pagarlo que no se preocupen tanto, que no lo van a pagar ellos. Y crearán otra fábrica que produzcan más barato, pero no porque baje el sueldo de los trabajadores, sino porque ganen menos los directivos. En lugar de ganar 1.000 millones al año,  que ganen 500.000. (Risas). Pero, ¿por qué sólo se preocupan por los trabajadores o el paro en el momento de recibir ayudas y subvenciones? Hay economistas que piensan así, no sólo del Ministerio de Economía. El FMI, con la plantilla de economistas que tienen, todos esos cerebritos, los 600 mejores economistas del mundo según su rango académico,  ninguno previó la crisis, ¿no son los mejores? ¿no la vieron venir?

JS: ¿A España se le ha caído la careta de nueva rica con la crisis? ¿Qué se ha sido de toda esa supuesta riqueza en la que vivíamos y que se ha evaporado?

JK: La masa monetaria es siempre la misma, lo que ocurre es que la controlan ciertas manos. Un país como España con una renta per cápita de 25.000 euros al año, aunque te cobren en impuestos el 10%, 2.500, no te apean de rico. Sigues viviendo en uno de los países más ricos del mundo. Entonces, ¿por qué hay tantos parados? Porque el dinero se encuentra y circula por otros lugares. Ningún partido quiere meterle mano al asunto, ¿Dónde está el dinero? Lo saben, lo tienen los más ricos. Si queréis nombres mirad en cualquier consejo de directivos de la banca. Se les podría encerrar en una mazmorra y no darles pan y agua hasta que no confiesen dónde tienen el dinero. Por ejemplo, ¿cuánto hace falta para educación y sanidad? Para que haya tizas y calefacción en clase. Habría que dirigirse a la Iglesia e informarles de que van a dejar de recibir subvenciones y parte de la declaración de la renta. O anular  un contrato para la compra de armas por 30.000 millones de euros. El castigo por incumplir ese contrato, un tratado internacional, sale casi igual de caro. Pues decimos que no queremos las armas y nos quedamos con 15.000. Pero que no se coarten. Aunque luego metes en la cárcel a un directivo de una caja de ahorros de Valencia o Galicia, y a lo mejor es tu primo. Pero si se trata de hacer números, hagamos números.

JS: ¿Cómo ha sido tu relación con los políticos? Después de la canción “Cuervo ingenuo”, el apartamiento y la censura que viviste, ¿fueron abiertas  o  solapadas?

JK: Tenía apalabradas actuaciones con nueve ayuntamientos del     PSOE, sólo uno la mantuvo. Se hacía de esta manera; primero hablabas por teléfono con ellos y luego firmabas. De los otros ocho nunca volví a saber. Fue mucha casualidad que después de esto ya no me contratasen nunca en ningún ayuntamiento del PSOE. En los del AP nunca me habían contratado. Pero como siempre había cantado en garitos lo resistí bien.

JS: ¿Y en la televisión?

JK: Tampoco soy muy televisivo. Si hubo censura, no me enteré.






JS: ¿En qué situación se encuentra tu juicio por el vídeo “Cómo cocinar a un Cristo”? (Se trata de un vídeo casero grabado por Javier Krahe a finales de los 70, emitido durante una entrevista que le hicieron en el extinto programa Lo + Plus en 1994. De ahí la querella interpuesta contra él).

JK: La causa se abrió en 2005, pero el juicio no ha comenzado todavía. Y ya estamos en 2012, no sé cuándo va a ser.

JS: ¿Quiénes están detrás de la querella?

JK: La Asociación Tomás Moro y el Opus a través de un abogado catalán.

JS: ¿En qué se basa la acusación? Se trata de un vídeo antiguo, ¿a qué norma apelan?

JK: Se trata de una ley que está en vigor ahora, que supone unas concesiones por parte de nuestra democracia a la religión, asombrosas, acerca de las ofensas al sentimiento religioso de otras personas…

JS: …Resulta algo difícil de medir.

JK: ¿En qué se nota (una ofensa religiosa)? ¿En qué has roto el televisor cuando te han ofendido? ¿Qué lo has tirado por la ventana? Al final se nota en que lo digo yo. ¿Y no te ofende la pederastia del clero? ¿Por qué no denuncian este tema? Sería la primera persona en ser condenada en España por esta ley. Además, sus medios afines mienten. Publicaron que yo había pagado una fianza de 192.000 mil euros y que había estado sentado en el banquillo como acusado. Yo jamás he estado sentado en el banquillo ni depositado un duro en ninguna parte. Se inventan lo que quieren. Y el resto de medios cae en sus mentiras. Siempre hablan del vídeo de “cómo cocinar a un Cristo”, lo ponen entre comillas como si fuera su título. Pero tiene un título: “Sobre la Cristofagia”, y nadie lo nombra así.

JS: ¿De qué fecha es el vídeo?

JK: Lo hice antes de 1978, porque recuerdo que no se había promulgado todavía la Constitución. Antes de que fuera cantante, porque yo empecé a cantar en 1979. Debía de ser 1977. Hombre, ¡no me pueden condenar ahora por algo que ocurrió hace más de treinta años!

JS: En Youtube leí hace poco un comentario al vídeo. Afirmaba no entender el escándalo, ya que precisamente la eucaristía, la misa, es una forma de canibalismo, de cristofagia. Jesucristo les dijo  a sus apóstoles que le comieran.

JK: Lo dicen los evangelios, pero es falso. En la tradición judía no existe ni la más remota forma de canibalismo. Los apóstoles, cuando Jesucristo les dijo que comieran su carne y bebieran su sangre, no lo entendieron, ¿pero qué dice que tenemos que hacer?

JS: Se lo tomaron al pié de la letra (“¿tenemos que hacerte pedacitos?”) y se escandalizaron.

JK: Es curioso. Las religiones proponen los mayores disparates y son los que la gente se cree con mayor facilidad. Por ejemplo, la transubstanciación. Si esto es verdad, no sé qué dicen exactamente las leyes españolas sobre el canibalismo, pero no creo que lo admitan (risas). En Alemania hubo un caso de canibalismo, uno que se comió a otro, pero no se pudo condenar al caníbal porque las leyes no contemplaban condena alguna para el canibalismo. Es muy lógico que no la haya, al ser una costumbre que no existe. ¿Para qué lo va a contemplar el legislador, si nadie se come a nadie? En cambio en Papúa-Nueva Guinea, si que se puede que esté regulado, porque hasta tiempos recientes se comían unos a otros. En Alemania no tenían noticia de esto (risas).

Hora y cuarto después de haber comenzado nuestro encuentro con Krahe, apagamos la grabadora. La conversación, tanto en la cafetería, como luego en la calle, siguió durante casi tanto tiempo como el que había durado la entrevista. En ese rato pudimos hablar de varios temas. Algunos de ellos partiendo de canciones como Sábanas de Seda ("Me gustó mucho la versión que hizo Alejandro Sanz"), ¿Dónde se habrá metido esta mujer? ("No es en verdad una canción feminista, sino una canción contra la estupidez humana") o No Todo Va a Ser Follar.  Se nos quedan en el tintero, entre otras, preguntas sobre las letras de Krahe para Diego el Cigala, su relación con el flamenco o las adaptaciones al castellano de letras de Boris Vian, que llevó a cabo junto a Andy Chango. Buenas razones para citarnos en otra ocasión. 

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